Si
conocéis de oída al gran director japonés Akira Kurosawa, lo más
normal es reconocerlo por sus películas de samuráis como “Los
Siete Samuráis” o “Ran”. Sin embargo, hoy os traigo un filme
que no ha tenido la misma fama que otras de sus producciones pero que
yo la considero como uno de los mejores largometrajes del director.
“El
ángel ebrio” o también conocida como “El ángel borracho”
gira alrededor de dos personajes interpretados por los dos actores
fetiches de Kurosawa: Takashi Shimura, representando al doctor
Sanada, un médico talentoso pero muy pobre y cascarrabias; y Toshiro
Mifune, que interpreta a Matsunaga, un yakuza (mafioso japonés)
fanfarrón a quien Sanada le diagnostica tuberculosis. Como la
enfermedad está muy poco avanzada, el doctor todavía puede curarle
si Matsunaga promete llevar unos mejores hábitos (ni alcohol ni
ningún tipo de signo de mala vida).
Sin
embargo, entre la fanfarronería del yakuza y el comportamiento agrio
del doctor frente al paciente, acusándole de cobarde por no querer
afrontar la enfermedad de manera correcta, harán que el enfermo
empeoré y tenga que guardar reposo absoluto. Mientras tanto, un
yakuza muy importante que estaba en prisión queda libre, y querrá
ocupar su puesto quitando de en medio al tuberculoso Matsunaga. Por
otro lado, el doctor intentará convencer de todas las maneras
posibles a su paciente, aunque no predicando con el ejemplo
precisamente, porque él mismo tiene bastantes problemas. Es un
brillante doctor que se preocupa por sus pacientes pero al mismo
tiempo tiene problemas con el alcohol, así que tampoco es un ángel
(de ahí viene el título de la película).
Aunque
la temática parezca ser lo más importante de la película, es
realmente el guión donde Akira Kurosawa rozó la perfección. Es un
largometraje de 102 minutos llenos de mensajes sobre los valores
éticos que toda persona debería tener en mente perfectamente
explicados por Takashi Shimura que es probablemente su mejor
actuación (mejor y todo que su actuación en Ikiru, considerada como
su mejor interpretación). Nos muestra a un personaje bueno, que no
se preocupa por la riqueza, y que pone toda su atención en ayudar a
la gente que se esfuerza y, por otro lado, se enfada con la gente que
desaprovecha su oportunidad de vivir dejándose llevar por vicios que
lo único que hacen es quitar oportunidades de llevar una vida larga
y seguramente preciosa, porque existen multitudes de placeres más
bellos que el alcohol o el juego, que primeramente pueden parecer
más atractivos pero que al final resultan ser contrarios a la
felicidad.
Realmente
está película debería ser vista por el máximo de gente posible
porque enseña valores que son igualmente de importantes o más en la
actualidad que en 1948. Tanto como si sois unos auténticos
“cinéfilos” como si solo veis una película de vez en cuando;
“El ángel ebrio” es una película recomendada para todos los
públicos (excepto los más pequeños de la casa, naturalmente).
Gracias a las grandes actuaciones de Shimura y Mifune, a la dirección
de Kurosawa que se plasma en un gran guión y en escenas inolvidables
consiguen un resultado maravilloso que sin ninguna duda entraría
entre las cinco mejores películas del director. ¡Es una auténtica
joya!
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